Con casi treinta años en el mercado, encargaron a vidainterior la reforma del local original. Su propietaria pensaba en un espacio intemporal, que durara treinta años más y donde tuvieran cabida algún elemento de mobiliario que había sido parte de la historia de este comercio.

 

También era importante potenciar el altillo que nunca había sido rentable ya que los clientes casi ni se acercaban a la escalera.

 

El escaparate se mantuvo para llegar al nivel de inversión acordado. Sólo modificaron la geometría y la pintura.